Calladito Te Ves Más Bonito
- pandevidamcallen
- 6 abr
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Muchas veces nosotros como cristianos evangélicos, señalamos de manera correcta aquellas personas que equivocadamente siguen una religión que promueve la idolatría, la adoración, y la veneración a las imágenes, pero esa no es la única forma de idolatría, la idolatría tiene muchas caras. Una de esas formas también es adorar al Dios verdadero, pero haciéndolo de la manera que Dios mismo desaprueba. La más sutil es ofrecer una adoración externa a Dios, pero sin permitir que la voluntad de Dios sea una realidad en nuestras vidas. Es decir, practicar una religión de domingo, aunque sea una religión correcta, bíblica y evangélica, pero que no tiene ninguna influencia sobre nosotros en la vida diaria. Cristo fue muy claro en este tema:
“Así que, ¿por qué siguen llamándome “¡Señor, Señor!” cuando no hacen lo que digo?”.Lucas 6.46 (NTV)
Así que, la religión correcta, la religión verdadera, o como nos dice Santiago: "Pura y sin contaminación delante de Dios", no delante de los hombres ni para hombres, sino delante de Dios es: “hacer lo que Dios nos pide hacer”. Santiago nos da tres indicadores que nos van a señalar si estamos en la religión correcta. Hoy solo vamos a considerar el primer indicador:
1. El Control de nuestra lengua:
“Si alguien se cree religioso, pero no controla su lengua, se engaña a sí mismo, y su religión no sirve para nada”. Santiago 1.26 (NBV).
Podríamos parafrasear este versículo de muchas formas: “Si alguien se cree un santo”, “si alguien se cree un aleluya”, “si alguien sale de su casa con la biblia en la mano”, “Si alguien cree que va al cielo y no cuida sus palabras, se engaña a sí mismo y de nada le sirve tanta religiosidad”. La primera manera como podemos reconocer si verdaderamente estamos permitiendo que la religión efectué cambios en nuestra mi vida, es en la manera en que controlamos las palabras. De nuevo, Santiago se traslada exactamente al tiempo y espacio de hoy, y nos dice que en estos momentos hay dos clases de personas, hay dos clases de actitudes cuando es enseñada la palabra; ambas personas están en el lugar correcto, ambas personas están escuchando la palabra correcta, están captando el mensaje correcto; la diferencia es la actitud al recibir la palabra y la rapidez para ponerla en práctica.
Una de estas personas mientras dura el servicio dominical participa de los cantos de alabanza y adoración, se une en la oración, es cordial en su saludo a los hermanos, mientras dura el servicio se comunica, habla, se expresa correctamente, opina correctamente, intercambia ideas correctamente. Pero, al dejar el edificio su conversación, sus palabras, sus expresiones, sus ideas, sus opiniones son muy diferentes a como lo estaba haciendo dentro de la iglesia. Sin más rodeos, Santiago nos dice que sus palabras revelan su verdadera condición, no de un creyente sino de un inconverso.
“El que es bueno lo es en su interior y habla de lo que tiene allí, de igual manera el malo lo es en su interior y habla de lo que tiene allí; porque las palabras revelan lo que hay en el interior”. Lucas 6.45 (PDT).
Cristo nos dice: “¡No se engañen! Porque la manera en que hablas revela lo que hay en tu corazón. La manera en que le hablas a tu esposa, a tus hijos, la manera en que conversas con tus amigos, compañeros de trabajo, y como te diriges a tu familia son indicadores que comprueban si tu fe es falsa o verdadera. Si lo que hablas son solo chismes, si tus palabras son mordaces, si maldices, si tus palabras son despectivas, incluso si simplemente son conversaciones de trivialidades, entonces ten cuidado; estás mostrando que tu religión no tiene valor. Pero escúcheme muy bien, porque no quiero que encasillemos este versículo 26 únicamente a lo que sale de nuestra boca. Lo que decimos no es el único indicador de nuestros corazones. Hoy con la tecnología este versículo también se aplica a los mensajes de texto, un correo electrónico, un comentario en alguna publicación, o para quien escribe blogs. Lo que expresamos en las redes sociales también revelan el estado de nuestro corazón. No se equivocó Salomón en decirnos que:
“Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; El que cierra sus labios es entendido.” Proverbios 17.28.
Calladito te vez más bonito es la frase que le decimos a alguien para que cuide sus palabras, porque tristemente muchos no se han dado cuenta que una o dos palabras son suficientes para que ese veneno sea lanzado y hiera a una persona, dañe una relación, destruya la comunicación. Así mismo la Palabra de Dios nos dice que la lengua solo puede producir lo que hay en el corazón, así lo declaró el Señor Jesús:
“pero lo que sale de la boca, del corazón sale; y esto contamina al hombre.” Mateo 15:18.
Nuestra lengua expresa lo que queremos, anhelamos, pensamos y sentimos; por lo tanto, nuestras palabras revelan mucho acerca de la persona que habla. Cuando pronunciamos palabras ásperas, cargadas de ira, de odio y rencor, cuando pronunciamos palabras que no edifican el problema nos dice el Señor, no es de forma sino de fondo. El problema radica en el estado y la condición en la que se encuentra nuestro corazón. Y esta es la segunda vez que el apóstol Santiago hace mención del peligro latente que todos tenemos si no controlamos nuestra lengua. En el versículo 19 establece el parámetro que debemos de seguir y nos dice:
“Mis queridos hermanos, pongan atención: Todos ustedes deben estar listos para escuchar, pero deben ser lentos para hablar y para enojarse.”Santiago 1.19.
Y ahora en el versículo 26 nos dice que controlemos, que frenemos, que tengamos el tacto a la hora de hablar. Porque este pequeño órgano llamado lengua, tiene todo el potencial a su alcance para destruir la buena armonía en el hogar, destruye el dialogo, divide las mejores relaciones de amistad, divide familias enteras, destruye la paz y el respeto. Pastor, ¿Cómo saber utilizar bien nuestras palabras?
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención” Efesios 4.29-30.
Nuestra manera de hablar nos recuerda Pablo, debe de reflejar la vida transformada que Dios nos ha dado. Una nueva vida en Cristo debe también dar evidencias en una nueva manera de hablar. Por lo tanto, preguntémonos: ¿Qué clase de persona diría la gente que es usted si lo tuvieran que medir por sus palabras? ¿Sus compañeros de trabajo te identifican como un seguidor de Jesús por la manera en que hablas? El apóstol Pablo nos dice que el hablar de una manera corrompida debería ser tan desagradable para nosotros como una manzana podrida o un pedazo de carne descompuesta. ¿A qué se refiere el apóstol? A los chistes sucios y aquellos subidos de tono, las groserías, las anécdotas que no traen gracia al oyente, la vulgaridad, el albur que es un juego de palabras con doble sentido, y todas las demás formas de lenguaje sucio que nunca deberían salir de nuestros labios. Pastor, ¿Cuáles son esas consecuencias cuando permitimos un lenguaje sucio?
Se crea un mal hábito en el hogar:
El peligro que hay después de la primera grosería, es que la segunda será más fácil de decirla, creando un hábito donde las malas palabras, la vulgaridad, las palabras groseras toman el control del hogar y terminan todos tratándose de esa manera en casa.
Se rompe la sana comunicación:
Cuando se han permitido las malas palabras por consiguiente el respeto, el cariño, y el afecto se pierde. Para que haya una excelente comunicación el respeto, la decencia, la cordialidad, la buena comunicación son vitales. Leer Proverbios 18:6
Entristecemos al Espíritu Santo de Dios:
De las tres personas de la deidad el Espíritu Santo es la que habita en nosotros, para guiar nuestra vida, para ayudarnos a seguir la voluntad de Dios. Y cuando pecamos lo ofendemos y se entristece. A veces no lo percibimos inmediatamente porque en un momento de ira se pierde toda sensibilidad espiritual. Pero cuando nos aquietamos, nos damos cuenta de que algo ha cambiado en nuestro interior, que algo se ha apagado, que no tenemos el mismo gozo de antes, hemos “contristado al Espíritu Santo de Dios”. ¿Qué debemos de hacer?
Sea Amable a la hora de expresar sus ideas:
Analiza cual es el entorno donde usted está más vulnerable a decir malas palabras:
Que tus palabras sean para edificación y no para destrucción:
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