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Fe Que Agrada A Dios

  • pandevidamcallen
  • 11 may
  • 6 Min. de lectura

No es necesario ser muy observador, para comprender que una de las actitudes que a Jesús más le entristeció, más le disgustó y más condenó fue la falsa religiosidad. Fue tanta la hipocresía de los fariseos de la época de Cristo, que Jesús desde sus inicios tuvo innumerables enfrentamientos cara a cara. Incluso Jesús sufrió intentos de homicidio mucho antes de llegar a la cruz. Es más, hay un capítulo entero (Mateo 23) donde Jesús denunció, señalo y condenó la falsa religiosidad de los fariseos. Y aunque han transcurrido más de 2000 años desde ese día, la frase fariseo con el transcurrir de los años se ha convertido en un calificativo para señalar a la persona que dice tener fe, pero que no vive en armonía con esa fe. Pero hay algo más interesante, (por no decir triste) con el termino fariseo y es que, en un tono de burla, de señalamiento, en un tono despectivo, los no cristianos precisamente la utilizan como sarcasmo en contra de los evangélicos. Y no los culpo por ello, porque lamentablemente muchos cristianos no están viviendo en armonía con el Cristo que dicen seguir, no están obedeciendo la biblia que dicen leer, y no están viviendo de acuerdo al Dios que dicen amar. Y Santiago está preocupado de que esta situación se esté infiltrando en su congregación y les dice:

Amados hermanos, ¿de qué le sirve a uno decir que tiene fe si no lo demuestra con sus acciones?”. (v.14).   

Para algunos estudiosos de la biblia, este bloque de versículos es considerado los textos más controversiales de la carta de Santiago. Incluso Martin Lutero la consideraba como de “paja”. En lo personal, yo considero que estos versículos son el eje central de toda la carta y la expresión máxima de la preocupación que tiene el apóstol Santiago por la condición espiritual de su iglesia. Santiago está determinado a que su congregación manifieste verdaderos frutos de una fe genuina en Cristo. Así que estos versículos son sumamente claves para nuestra correcta comprensión de lo que significa la vida cristiana autentica. No puedo negar que en estos versículos tenemos mucha teología por delante, pero la buena teología no se queda únicamente en el plano teórico, técnico, o académico, la buena teología tiene que afectar también nuestra vida cotidiana.  


Y esto es muy importante porque muchos cristianos dicen tener fe en Dios, conocer a Dios, y amar a Dios. Muchos cristianos pueden contestar correctamente a las preguntas doctrinales de rutina: ¿Crees que Dios es uno? Lo creo ¿Crees que Cristo murió en la cruz y que Dios lo levantó de los muertos al tercer día? Lo creo;  ¿Crees que la biblia es la palabra inspirada, sin errores de Dios? Lo creo; ¿Crees que la salvación es el regalo de Dios traído al hombre por gracia y recibido por una fe personal en el Señor Jesucristo? Por supuesto que lo creo. Sin embargo, esas mismas personas que dicen creer todo esto, en términos prácticos viven sus vidas alejadas de Dios. Y ahora Santiago es más intensional, más frontal, directo y nos dice que: La verdadera fe tiene que manifestarse inevitablemente en obras, en dar frutos, la verdadera fe se demuestra en la conducta, en la acciones.   Así que yo creo que es un buen momento para que examinemos nuestra fe y nos preguntemos: ¿Aquellos que te rodean puedan testificar a favor o en contra de tu fe? ¿Realmente puedo constatar hoy que ha habido un cambio genuino, real y profundo en mi corazón? Si no has encontrado respuestas a estas preguntas, analicemos el primer punto:

1. Un diagnóstico minucioso de nuestra fe:  

Si Santiago fuera hispano nos hubiera dicho: “hermanos míos, entre el dicho y el hecho hay mucho trecho”. Este refrán hace referencia a declaraciones que se expresan solo de palabras, pero que no tiene la intención de llevarse a la práctica.  Y lo que le inquieta a Santiago es el hecho de que hay muchos que dicen ser cristianos, pero viven una vida como si no lo fueran.  Leer Santiago 2.14


La clave del verso 14 es que esta persona dice tener fe, pero no la tiene. Note bien que Santiago no está hablando de la persona que “tiene fe”, sino de aquella que “dice que tiene fe”. Por lo tanto, la fe auténtica no es cuestión de palabras, sino de una relación vital con el Señor que se manifiesta inevitablemente en una transformación del corazón, del carácter, de la conducta, es un cambio radical de vida que se sujeta a la obediencia de la palabra de Dios. Pastor, ¿Cómo identificar una fe que desagrada a Dios? Cristo dice:

No todo el que afirma que yo soy su Señor entrará en el reino de Dios. Sólo entrará el que obedezca a mi Padre que está en el cielo”. Mateo 7.21.

Así que, la fe verdadera se somete, se rinde, le entrega todo a Dios, hace todo lo que Dios le pide hacer, esa clase de fe agrada a Dios. En cambio, la fe que desagrada a Dios no le obedece, le da a Dios las sobras de su tiempo, de sus bienes, de sus capacidades, las sobras de su amor y devoción.


2.Un Ejemplo De La Fe Que No Agrada A Dios:

Por ejemplo: un hermano o una hermana no tiene ropa para vestirse y tampoco tiene el alimento necesario para cada día. Si uno de ustedes le dice: «Que te vaya bien, abrígate y come todo lo que quieras», pero no le da lo que necesita su cuerpo, ¿de qué le sirve? Así pasa también con la fe: por sí sola, sin acciones, está muerta”. Santiago 2.15-17.

  Este ejemplo se conecta directamente con los dos estudios anteriores (2:1–13) que le titulé: “La Iglesia Sin Barreras”. Un tema acerca del favoritismo, las discriminaciones y el amor al prójimo. Y el desafío que nos daba Santiago era que tanto hombres como mujeres, pobres o ricos, con títulos académicos o sin ellos, nacionales o extranjeros, deben recibir todos sin excepción un trato de cariño, aceptación y respeto. Y les decía que la discriminación no es un asunto solamente de mala educación, ni mucho menos que fuera un problema de falta de cortesía, no es un asunto de carencia de modales, es un pecado y es un pecado sumamente grave porque quebranta un mandamiento dado por Dios tanto en el Antiguo, como en el Nuevo Testamento. 


Y aunque ahora Santiago nos da un ejemplo, no cabe duda que era una situación real dentro de su iglesia. Recordemos que había hermanos con una  buena posición económica, pero también estaba el otro grupo: hermanos que estaban luchando por salir adelante, tratando de conseguir lo necesario para cada día.  Pero que reciben sí un “consuelo amable” de un miembro de la iglesia: “«Que te vaya bien, abrígate y come hasta que te llenes». Son palabras bonitas y espirituales, quizás pronunciadas con sinceridad, que suenan muy bien; pero que, de hecho, duelen, porque no van acompañadas por ninguna ayuda tangible.  Santiago nos dice: “eso esta mal”. El apóstol Juan también dice:

El que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él?”. 1 Juan 3.17.

Con mucha razón Santiago no se equivoca en decirles: “A menos que produzca buenas acciones, la fe está muerta y es inútil”. (v.17). Habían miembros de la iglesia de Santiago que SÍ tenían los recursos para poder ayudar al hermano en necesidad, lo que no tenían era compasión. El caso es especialmente grave porque se trata de “un hermano o una hermana”, es decir, alguien que pertenece a la familia de la fe y que debería contar con la solidaridad y el apoyo de la iglesia. Pero al no recibir la ayuda Santiago dice que esa fe “No sirve para nada” en al menos, dos sentidos. En primer lugar, no sirve para aliviar los sufrimientos del necesitado. En segundo lugar, toda la preocupación de Santiago no se centra en el necesitado, sino en el falso creyente que piensa que tiene fe porque asiste regularmente a los cultos, conoce la letra de las alabanzas, es fiel con sus diezmos, participa de las actividades de la iglesia, conoce muchas historias de la biblia, pero lo único que le falta es poner en acción su fe.  

El Señor Jesús también nos advirtió del peligro de no poner en práctica nuestra fe. Jesús afirmó que en el juicio final cuando las ovejas sean separadas de las cabras, se hará sobre la base de una fe que se expresó con buenas obras.  

¡Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles! Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me acogisteis, estaba desnudo y no me cubristeis, enfermo y en prisión, y no me visitasteis. Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, o forastero, o desnudo, o enfermo, o en prisión, y no te servimos? Entonces les responderá, diciendo: De cierto os digo: En cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco me lo hicisteis a mí. E irán estos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna”. Mateo 25:41–46.

El veredicto bíblico es claro y contundente: la manera de saber si nuestra fe esta viva o muerta a efectos de la salvación es viviendo como vivió Cristo, y eso también implica tener compasión como Cristo la tuvo:

Los que dicen que viven en Dios deben vivir como Jesús vivió”. 1 Juan 2:6 (NTV). 

 
 
 

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