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La Iglesia Sin Barreras

  • pandevidamcallen
  • hace 13 minutos
  • 6 Min. de lectura

Hace unos días fuimos con mi familia al cine y mientras mirábamos la película nos reímos, disfrutamos algunas escenas, otras escenas nos asustaron, en otras lloramos de lo emotivo que estábamos viendo. Y mientras todo eso pasaba, reflexionaba en una triste realidad. Muchos cristianos creen que venir a la iglesia, que asistir el domingo  es como ir al cine. Porque cantamos juntos, oramos juntos, a veces nos reímos juntos, en otras ocasiones lloramos, pero lo triste es que cuando se termina el servicio cada quien sale por su lado. ¿No es lo que sucede también en el cine? Se termina la película y usted no les pregunta a las personas: ¿Qué te pareció la película? ¿Cuál escena te gustó? No, eso no lo hacemos. Tú no te relacionas con las personas. Por lo tanto, nosotros aquí en Pan de Vida no tenemos que perder la esencia y parecer que estamos en el cine. Nosotros tenemos que ser más intencionales y más propositivos cuando nos reunimos. Porque venir a la iglesia no se trata de consumir un programa, de presenciar un servicio, cantar, escuchar y salir como si nada pasara. El propósito de venir a la iglesia también incluye  relacionarnos, tener comunión, tener vida, es hacer familia.  


Y precisamente la discriminación es un enemigo que atenta en contra de la unidad de la iglesia. Y esa situación le estaba trayendo dolor al corazón pastoral de Santiago.    Pero ese dolor no lo paralizó, ese dolor no lo llevó a ignorarlo o  pasarlo por alto, sino todo lo contrario, Santiago es frontal y denuncia esa situación, y a punta a los responsables de preferir a los ricos sobre los pobres. Y ahora en los versículos 8 al 13 nos va a mostrar cual es la solución a este problema del favoritismo y la discriminación.

1.Reconocer que la discriminación es pecado:

 “Lo que ustedes deberían hacer es cumplir la ley que rige sobre todas las demás, tal como está en la Escritura: «Ama a tus semejantes como te amas a ti mismo». Pero si ustedes discriminan a los demás, están pecando y son culpables de violar esa ley”. Santiago 2.8-9 (PDT). 

Es pecado porque el favoritismo atenta en contra del gran mandamiento que Dios nos dio: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Así que la discriminación no es un asunto solamente de mala educación, no es un problema de falta de cortesía, no es un asunto de carencia de modales, es un pecado y es un pecado sumamente grave porque quebranta un mandamiento dado por Dios en el Antiguo Testamento.  Leer Levítico 19.18. 

Santiago nos dice algo muy interesante: Que este mandamiento de amar al prójimo es la ley suprema, la ley “que rige sobre todas las demás”. Pastor, ahí ya me perdí, porque en el Antiguo Testamento Dios nos dio Diez Mandamientos, no uno; y Cristo en el Nuevo Testamento los agrupo en dos, no uno: amar a Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas, e inmediatamente después nos dice:

Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos”. Marcos 12.31.  

¿Por qué Santiago menciona solo un mandamiento, y los demás? Santiago simplifico los Diez Mandamientos en uno solo porque se entiende, que Santiago está hablándole a cristianos que se supone que aman a Dios, que se supone que Dios es la prioridad número uno de sus vidas y por lo tanto, lo que Santiago está tratando de decirnos es que, si tú y yo tenemos dificultad en amar a un hermano, en aceptar a un hermano, en conectar con un hermano, en relacionarse con un hermano; si nosotros nos rehusamos a tener vida en común con nuestro hermano, es porque aún no estamos amando a Dios con todo nuestro corazón, con nuestra alma, con nuestra mente, con nuestras fuerzas.  Y no lo digo yo, lo dice el Señor:

Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano”. 1 Juan 4.20-21. 

Muy bien, eso lo entiendo pastor, Pero ¿Cómo se supone que tengo que aplicar la ley que rige sobre todas las demás? Muy buena pregunta, pero antes de contestarla, analicemos primero ¿Cómo identifico a la persona que la ley señala como mi prójimo? Para los judíos los únicos prójimos eran los mismos judíos. Y el judío comenzó a levantar un muro entre judíos y gentiles; luego escalo esta situación ya no hacia un pueblo extranjero, sino ahora entre ellos mismo. Entre judíos piadosos como los escribas y fariseos, y los judíos traidores a la patria como los cobradores de impuestos; entre judíos honorables y judíos pecadores como las prostitutas, ladrones y asesinos; Entre lo sanos y los enfermos.  Y la iglesia tuvo que lidiar con esa dificultad, pero además uno de esos grandes muros era la esclavitud.     Algunos hombres eran libres y otros eran esclavos, y los hombres libres trataban a los esclavos como seres inferiores.  Otra muralla de aquellos días era entre hombres y mujeres. Las mujeres eran vistas como ciudadanas de tercera o cuarta categoría, y muchos esposos trataban a sus esposas solo un poco mejor de cómo trataban a sus esclavos. Para corregir ese terrible error, Cristo nos ayuda a identificar quien es nuestro prójimo. Leer Lucas 10:25-37. 

   Entonces, de acuerdo a Jesús: 

  • No es un requiso el tengamos que conocer a nuestro prójimo.

  • Mi prójimo no tiene que participar en un sorteo para ganarse ese derecho para ser mi prójimo.

  • Yo no tengo que esperar a que el universo se alineé para poder acercarme al prójimo.

  • Incluso mi prójimo podría ser mi peor enemigo. 

   Tenemos entonces que preguntarnos: ¿Es esa la manera y la actitud con la que tú y yo tratamos a nuestros prójimos? 


2. Frente a la discriminación, no hay excusa que valga:

Pues el que obedece todas las leyes de Dios menos una es tan culpable como el que las desobedece todas, porque el mismo Dios que dijo: «No cometas adulterio», también dijo: «No cometas asesinato». Así que, si ustedes matan a alguien, pero no cometen adulterio, de todos modos han violado la ley”. Santiago 2.10-11 (NTV). 

Santiago desea que reflexionemos en el caso hipotético de que alguien pueda cumplir todas las leyes de Dios (Que en la práctica eso es imposible), pero que solo falla en una. A esa persona Santiago le dice: no importa si has cumplido todos los mandamientos, pero si fallas en una ley es lo mismo que si desobedecieras todas. En otras palabras, el pecado gravísimo que Santiago esta condenando aquí es el hecho de justificar un mal con un bien. Es el error de pensar que podemos compensar una mala acción con un bien. Porque alguien puede estar pensando: “No importa si tengo favoritismos al fin y al cabo, yo soy fiel en la iglesia” “No importa si yo rechazó a ese hermano porque me cae mal, al fin y al cabo yo doy mi diezmo, yo ayudo cuando me lo piden”. Si Santiago nos escuchara decir eso diría: “de todos modos han violado la ley, NO TIENEN EXCUSA”  

¿Cuál es la solución a este problema? 

1.Debemos de tener muy presente que seremos juzgados:  
Entonces, en todo lo que digan y en todo lo que hagan, recuerden que serán juzgados por la ley que los hace libres” (v.12) 

Lo que Santiago quiere que entendamos es que la persona que ha recibido el perdón de Dios, que no ha sido rechazada por Dios, que a pesar de cómo era su vida antes de haber venido a la cruz y Dios no nos rechazó; ese cristiano no puede vivir de cualquier manera. Y Santiago refuerza esta idea diciendo:

No habrá compasión para quienes no hayan tenido compasión de otros, pero si ustedes han sido compasivos, Dios será misericordioso con ustedes cuando los juzgue”. Santiago 2.13  

Ahora bien, las Escrituras enseñan claramente que, en el día final seremos juzgados (no condenados) juzgados conforme a lo que hicimos o dejamos de hacer.

Es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal del Mesías, para que cada uno recoja lo que practicó estando en el cuerpo, sea bueno o malo”. 2 Corintios 5:10.  

Y Santiago nos recuerda que en el día final habrá misericordia para los misericordiosos y compasión para los compasivos.  El Señor Jesus nos dice:

Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso. No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados. Perdonad, y seréis perdonados”. Lucas 6:36–37.

   Habiendo recibido tanta misericordia de parte de Dios la pregunta es: ¿Estamos mostrando misericordia a otros? ¿Estoy contribuyendo para que en mi iglesia se levanten barreras o se destruyan las barreras? Recordemos que nuestro Señor nos dio una hermosa promesa cuando estamos activamente involucrados en derribar las barreras:

bienaventurados son los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Mateo 5:7.

 
 
 

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