FE ACTIVA Parte II
- pandevidamcallen
- 11 dic 2020
- 5 Min. de lectura
Actualizado: 12 dic 2020
Dios tiene un gran interés en que nos mantengamos en la fe. “Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”. Lucas 18:8. Jesús nos dice que la virtud que Él desea hallar en Su venida, es que sus hijos se mantengan en la fe.

Recuerdan ese momento de debilidad del apóstol Pedro?, Jesús le dijo: “Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandearos como a trigo; pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos”. Lucas 22.31-32. Cuando Pedro recibió uno de los ataques más severos por parte de Satanás, la intersección de Cristo fue crucial para que Pedro mantuviera la fe.
Así que Cristo, intercede, ruega y pide en oración por cada uno de nosotros. El problema es que el enemigo tiene un interés muy particular en atacar nuestra fe y confianza en Dios.
Todos los dardos del maligno están precisamente dirigidos a destrozar nuestra fe, a debilitar nuestra confianza en Dios, porque la fe en Dios tiene que ver con todo lo que somos, tiene que ver con todo lo hacemos, con todo lo que sentimos, con todo lo que enfrentamos.
Entonces, aquí surge una pregunta: ¿Cuál es la clase de fe, o el nivel de fe que Dios esta buscando en medio de las tormentas de la vida? La semana pasada iniciamos hablando de la clase de fe que Dios no esta buscando para entender mejor la fe que necesitamos:
La fe intelectual no nos servirá:
Recordemos que Dios no quiere cabezas grandes sino corazones grandes. Porque esta clase de fe, (La intelectual) lejos de ayudarnos en medio de la tormenta, lejos de traer paz en medio de la tormenta, lejos de calmar nuestras tormentas las avivara aun más. Y los discípulos en este momento de la historia tenían suficiente evidencia de los alcances del poder del Señor.
Pero ahora, era momento de poner esa fe en practica, y sin embargo, no lo hicieron. El miedo y la angustia fue más fuerte que su fe. Así que, una fe intelectual no nos ayudara a pasar las tormentas.
La fe superficial tampoco servirá:
Estos hombres eran pescadores experimentados, probablemente acostumbrados a estar en situaciones similares a estas. Estoy más que seguro que eran expertos en lo que hacían. Acostumbrados a remar, tal vez ellos estaban confiados en que cuando partieron de la orilla, hacia buen tiempo, si no hubiese sido así, no hubieran partido del puerto.
Ellos salieron confiados en su experiencia, en su capacidad para remar la barca, en su conocimiento como marineros. Y de esa misma forma a nosotros nos sucede lo mismo. Cuando nosotros medimos las circunstancias más o menos dentro de lo que yo puedo manejar o controlar, y cuando lo hacemos de esa manera, nosotros tenemos la tendencia a no consultar a Dios, a no hablar con Dios porque en realidad esa situación yo creo que la puedo manejar. Y si se nos sale de control, y sentimos el agua en el cuello es que comenzamos a buscar a Dios, y la realidad es que Cristo nos ha dicho una y otra vez que separados de Él nada podemos hacer.
El punto es claro: No hay circunstancias por más pequeñas o grandes que no debiéramos enfrentar sin contar con la presencia de Dios. Y tenemos que ser muy sinceros en este punto y admitir que usualmente nosotros medimos de una manera subconsciente el tamaño de las tormentas, el tamaño de los problemas, el tamaño de las dificultades y entonces decidimos involucrar o no involucrar a Dios. Y decimos: “Esta yo la puedo controlar, por lo tanto, yo no tengo que orar por esto, yo no tengo que hablar con Dios en esta situación, yo no tengo que clamar a Dios porque yo lo puedo controlar”.
Pero yo tengo que recordar lo que Cristo nos dice, y también tengo que recordar que hay tormentas correctivas, precisamente para corregir esa forma de pensar, para corregir esa actitud de autosuficiencia. Todos tenemos una fuerte tendencia a confiar en nosotros mismos, a confiar en nuestra experiencia, en nuestra capacidad, pero la realidad es que necesitamos depender cada día más y más del Señor. Deberíamos de decir como el Salmista “¿A quién tengo yo en el cielo sino a ti? Y en la tierra nada deseo fuera de ti”. Salmos 73.25.
Entonces una fe emocional no va ser de mucha ayuda porque en vez fortalécenos en medio de la tempestad, las emociones pueden debilitar nuestra confianza en Dios. Jesús lo explica en la parábola del sembrador: “Las semillas sembradas en el suelo rocoso son las personas que escuchan el mensaje e inmediatamente lo aceptan con alegría. De esa manera permanecen por un tiempo, pero como no tienen raíces, cuando los problemas llegan, se apartan rápidamente”. Mateo 13.20-21.
¿Cuál es la fe que necesitamos en medio de la tormenta?
Una fe activa:
En medio de esa tormenta, del temor y del pánico, Cristo hace una pregunta que a primera impresión nos parece insólita porque creo que todos tendríamos temor: “¿Por qué teméis?”. Y lo que Cristo quiere mostrarles haciendo esta pregunta a sus discípulos y de paso a nosotros también es, que mientras Él tenga el control, nada nos debe de atemorizar.
Lo que quiero decir con esto es que la fe no actúa automáticamente, por sí sola, sino que debe ponerse en acción. Como hemos visto ya, los discípulos creían en Cristo, pero en el momento de la prueba no hicieron nada con su fe. De ahí la pregunta del Señor, después de calmar el mar embravecido: “Y les dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”. (v.40)
Si hay algo que continuamente le llamó a Jesús la atención, fue la falta de fe de aquellos que le seguían. De hecho, cuando leemos Marcos 6.6 no dice que “Jesús estaba asombrado de la incredulidad de aquella gente”. No olvidemos el contexto, Cristo esta haciendo milagros tras milagros, expulsando demonios, esta sanando enfermos y cuando terminan, Marcos nos dice que Jesús estaba maravillado de su incredulidad.
En este caso, les pregunta ¿Cómo tiene poca fe? Y como los discípulos no activaron la fe en Jesús, el Señor les hace pasar por otra tormenta. Y en esa segunda tormenta, ¿Saben como terminan estos mismos hombres? “Entonces los que estaban en la barca vinieron y le adoraron, diciendo: Verdaderamente eres Hijo de Dios”. Mateo 14.33. Al parecer los discípulos aprendieron la lección. Saben quien es Jesús, y tuvieron la reacción que debieron haber tenido en la primera tormenta. Dijeron: “Verdaderamente eres Hijo de Dios y le adoraron”.¿Estas enfrentando alguna tormenta en tu vida? ¿Estas temeroso por algo que esta sucediendo en ti? Recuerda que el amor de Dios esta en ti.
Yo tengo que creer más en el amor incondicional de Jesús para mi. “En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor”. 1 Juan 4.18. El apóstol Juan nos dice que a mayor experiencia con el amor de Dios menor mi temor, así que yo necesito experimentar más su amor. Y cuando experimento más el amor de Dios nosotros podemos decir como Pablo dijo: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; 4y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” Romanos 5.3-5.
Hermanos la realidad es que, la Biblia contiene todo lo que yo necesito para aprender de la fe, para desarrollar mi fe, pero yo no voy a aprender de la fe hasta que yo no creo el contenido de la Biblia y la llevo a la practica. y hoy más que nunca necesitamos activar nuestra fe y confiar plenamente y todas las promesas que Dios ha dado a través de su palabra.



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