Sanados Para Sanar
- pandevidamcallen
- 15 dic 2020
- 5 Min. de lectura
¿Sabe usted cuantas enfermedades hay en el mundo? En verdad la respuesta a esta pregunta es bastante difícil de responder, porque según la Organización Mundial de la Salud, todos los días aparece una nueva enfermedad o, mejor dicho, una variación en la genética del virus de la enfermedad que hace que se deba tratar como una enfermedad nueva.

El diccionario nos dice que una enfermedad es: “Una Alteración leve o grave del funcionamiento normal de un organismo debido a una causa interna o externa”. Creo que más que una definición, por experiencia propia todos sabemos lo que significa estar enfermo y sufrir sus síntomas, porque nadie sin excepción no se ha enfermado. Es una realidad porque vivimos en un mundo saturado de sufrimiento, enfermedad, dolor y por supuesto que de muerte. Aunque no siempre fue así, Leer Génesis 1:31.
La creación no tenia ningún defecto, ninguna malformación, ni ninguna alteración del orden divino original. Hasta que vino la desobediencia del hombre y el pecado trajo consigo la decadencia, la corrupción, y una variedad de enfermedades tanto leves como letales para el hombre. La mala salud ha estado con nosotros desde nuestros primeros padres, y seguirá estando, según nos indica la Biblia con nosotros, hasta que Cristo regrese por sus hijos. Solo como ejemplo, todos recordamos la enfermedad del apóstol Pablo. Leer 2 Corintios 12:7.
El apóstol Pablo comprendió la razón que había detrás de esa enfermedad. El “aguijón” le protegía de una enfermedad mucho mayor: La de una enfermedad espiritual. Recordándonos que las peores enfermedades no son físicas sino espirituales y esas son: El orgullo, la arrogancia, el rencor, el egoísmo, el odio, la venganza, la traición. Y ahora Marcos nos dice que después de tener un culto extraordinario en la sinagoga, Jesús entró en casa de Pedro, encontrando a su suegra enferma. Ella “tenía fiebre”. Lucas, que era médico de profesión, provee un detalle añadido y nos dice que ella tenia una “gran fiebre” Lucas 4:38. Posiblemente la suegra contrajo esa fiebre tan alta por una infección, un virus, algún tipo de contagio que comenzó a manifestarse con síntomas de fiebre muy alta. Era evidente que la hija y el yerno estaban preocupados, hasta el punto que tan pronto como Jesús entró en la casa, los familiares “le rogaron por ella”. La fiebre era tan alta que la suegra no pudo levantarse para saludar a los visitantes. Y sin vacilar, Jesús se dirige a donde se encontraba la mujer.
“tomándola de la mano, la ayudó a levantarse. Al instante la fiebre se le fue”. (v.31).
La Biblia nos dice que Jesús la toco y la curo, pero Marcos nos dice que inmediatamente de que fue sanada, paso de una tremenda enfermedad al servicio: “y la fiebre la dejó; al instante ella se levantó y les servía”. Aquí hay una verdad interesante que no podemos pasar por alto. Jesús nos sana para sanar, para que seamos útiles, para que sirvamos. Jesús no salva para la inercia, Jesús otorga la sanidad con un propósito. Nosotros hemos sido curados de una enfermedad mucho peor de las que puedan existir. Una enfermedad que nos esta conduciendo a una eternidad lejos de Dios; Por lo tanto, nuestra respuesta a ese milagro es: lograr un impacto positivo en la vida de otras personas. Entonces la pregunta es: Si hemos sino sanados para sanar ¿Cómo lo hacemos?
Mediante Tu Presencia
Leer Marcos 1.29.
Hermanos, no permitan que el amor hacia tus hermanos sea dominguero, sino que se extienda más allá de un horario, más allá de un lugar, más allá de un programa dominical.
No permitamos que el amor del que nos habla la palabra de Dios sea una teoría religiosa vacía, sino que podamos ser de bendición a otros. Porque será casi imposible lograr este objetivo, solo por una hora a la semana.
Cuando usted visita, o abre las puertas de su hogar provee la oportunidad para conocernos, para crecer y desarrollar el verdadero amor entre nosotros. Piensa en un hermano a tu alrededor que se sentiría bendecido con tan solo tu presencia.
El desafío va más allá de ser hermanos ocasionales y dominicales, sino que seamos intensivos, propositivos y salgamos más allá de estas cuatro paredes de la iglesia. El punto es, que tu presencia marcara la diferencia en la vida de ese hermano. Tu vas a descubrir que tu presencia tendrá un impacto y un poder restaurador en la vida de ese hermano. Leer 2 Corintios 7.5-6.
Pablo les recuerda que primero que todo quien alienta es Dios: “Dios es quien alienta a los desanimados”. Lo maravilloso es que Dios generalmente decide entregar el regalo del aliento a través de la presencia de personas, de un abrazo, de una sonrisa o sencillamente con tu presencia. Si hemos sino sanados para sanar ¿Cómo lo hacemos?
Mediante tus oraciones:
Jesús ora por la suegra de Pedro, le toma de la mano e inmediatamente es sanada, pero a demás nos dice. Leer Marcos 1.35.
No solamente tu presencia va ser clave, sino también tus oraciones serán claves en la vida de una persona. ¿Cómo aplico este principio a mi vida? Sencillo: Escribe el nombre de esa persona, luego has un calendario semanal: El lunes ora por su vida espiritual. El martes por su vida física; el miércoles por sus necesidades emocionales; el jueves ora por sus planes futuros; el viernes, para que Dios le de la victoria sobre sus luchas; el sábado para que tenga descanso físico; y el domingo para que ese día tenga un encuentro personal con Jesús. Jesús nos da un ejemplo tremendo del valor de orar por las personas. Leer Mateo 6.9-13.
Si hemos sino sanados para sanar ¿Cómo lo hacemos?
Mediante tus Acciones:
Las personas que están enfermas no sólo necesitan oración, sino también el toque humano: “La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y enseguida hablaron a Jesús de ella. El se le acercó, y tomándola de la mano la levantó, y la fiebre la dejó; y ella les servía”. Marcos 1.30-31.
A veces una persona enferma lo que más necesita es saber que alguien está cerca. Quizás no podamos visitar a todos los que quisiéramos, pero podemos llamarlos por teléfono. Las personas que están enfermas también aprecian las tarjetas, los mensajes electrónicos y las cartas. Cuando ayudamos a las personas de esta forma, demostramos amor y cuidado por el cuerpo de Cristo. Leer Filipenses 2.4.
Debemos de traducir el apoyo espiritual y el apoyo moral en acciones concretas. Porque cuando alguien esta en necesidad, pasando por una enfermedad, que bendición que ese apoyo espiritual y moral se conviertan en acciones especificas. Si hemos sino sanados para sanar ¿Cómo lo hacemos?
Mediante tus Palabras
Hay algunos detalles que Marcos no nos dice, pero podemos visualizar lo que estaba sucediendo en la casa de Pedro. Tal vez Pedro entro en la habitación de la suegra y le dijo: “Suegrita linda, quiero que Jesús ore por usted. Suegrita, estamos preocupados porque la vemos muy enferma y Cristo te puede sanar”. Son palabras que demuestras interés por la persona. Jesús también tuvo que haberle dicho algo: “Su yerno preferido me trajo hasta aquí para orar por usted, déjeme ayudarla”. Leer Lucas 4.39.
Todos sabemos el poder que tienen nuestras palabras. Con ellas podemos alentar a un enfermo en medio de su enfermedad, o con nuestras palabras podemos hacer que ese enfermo no sane. Leer Proverbios 16.24.
Salomón nos dice que unas pocas palabras dichas con tienen un poder revitalizador no solo para el alma, sino para el cuerpo. Permítame terminar con este versículo: Leer Hebreos 10:24-25.
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