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NUESTRO PEOR ENEMIGO

  • pandevidamcallen
  • 27 feb 2024
  • 6 Min. de lectura

Actualizado: 9 abr 2024

Tan pronto como abrimos nuestra Biblia, vemos que varias personas son presentadas como hombres que caminaron con Dios. “caminó Enoc con Dios trescientos años, y engendró hijos e hijas. Así, todos los días de Enoc fueron trescientos sesenta y cinco años. Caminó, pues, Enoc con Dios, y desapareció, porque lo llevó Dios”. Génesis 5:22-24. El segundo en la lista es Noé. Génesis 6:1-9 nos dice que  Noé vivió en una generación que había excedido los límites de la pecaminosidad, al punto que Dios decide destruir por completo al mundo. Pero Dios eligió al único hombre que más cerca estaba de Él.  “Noé, varón justo, era perfecto en sus generaciones; con Dios caminó Noé”. Genesis 6.9.

Y en esta lista no podía faltar Abraham, un hombre que sin vacilaciones obedece a Dios y decide  salir de tierra y dejar a tras todo lo que tenia:  “Abram tenía noventa y nueve años de edad cuando se le apareció Jehová y le dijo: — Yo soy el Dios Todopoderoso. Anda delante de mí y sé perfecto. Yo haré un pacto contigo y te multiplicaré en gran manera”. (Gen 17:1-2). 


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Y este es precisamente el tema que hoy nos corresponde. Es más, Pablo utilizó cuatro verbos para que podamos entender lo importante que es para nuestra vida el caminar guiados, dirigidos y empoderados por el Espíritu Santo de Dios: Caminar en el Espíritu (v. 16, NBLA), ser guiado por el Espíritu (v. 18), vivir por el Espíritu (v. 25a), y mantenerse en el Espíritu (v. 25b). Cada uno de estos verbos sugiere una relación de interacción dinámica, continua y firme con Dios. La pregunta es: sí tenemos al Espíritu todo el tiempo con nosotros, ¿Por qué es que muchas veces no andamos en el Espíritu? ¿Por qué la mayoría de las veces en vez de responder en base a los frutos del Espíritu, es la carne la que responde? ¿Por qué muchas veces en vez de seguir las indicaciones del Espíritu, nos desviamos del camino? Pablo responde a esta pregunta: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y estos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. Gálatas 5.17.

Observe que la Palabra Espíritu inicia con la “E” mayúscula, eso significa que Pablo está hablando del Espíritu Santo de Dios. Por lo tanto, esta lucha interna no la enfrenta todo el mundo, sino que es exclusiva del cristiano. Pero hay otra palabra clave y es la: carne. Cuando el apóstol dice que nuestro enemigo es la carne no se refiere a la capa que recubre los huesos.  Sino a la capacidad espiritual perversa dentro cada ser humano.  La carne es ese lugar de nuestro interior, donde el pecado se revela en contra de Dios energizando nuestro Yo.

Entonces para entender esa lucha interna y poder triunfar sobre los deseos de la carne, tenemos que conocer algunas características de esta carne:

1.     Nuestra carne es Rebelde

La carne promueve una rebelión en contra de la Palabra de Dios, por eso desobedecemos; La carne se resiste a la dirección de Dios, por eso nos revelamos contra Dios; la carne se opone a la voluntad de Dios, por eso muchas veces terminamos haciendo nuestra propia voluntad. Leer Romanos 7.14-19.

Ahora, no pierda las esperanzas, porque nosotros hacemos cosas buenas, pensamos en cosas muy buenas; no se desanime porque nosotros también decimos cosas buenas, y muchas veces lo que predomina en nosotros son actos buenos; Lo que no podemos olvidar es que en nuestro interior tenemos un conflicto, hay una lucha. Por eso la vida cristiana es una lucha diaria entre los malos deseos que produce nuestra carne, y la dirección del Espíritu Santo que busca lo mejor para nosotros. La pregunta clave entonces es: ¿Cómo logramos vencer?: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.  Gálatas 2.20.

Cuando nosotros le damos el Control al Espíritu Santo de Dios en nuestra vida, Él se encarga entonces de traer orden en medio de la anarquía, disciplina en vez de rebeldía; dirección en vez del caos, y paz en medio del desorden. Esta oposición entre el Espíritu y la carne demuestra que nosotros debemos involucrarnos de manera activa, constante y diaria negándonos a permanecer neutrales en la batalla. Porque si nos rendimos y cedemos a los deseos de la carne, pecamos fallándole a Dios y nos mantendrá lejos de Dios; pero si nos rendimos al control del Espíritu Santo, tendremos vidas en victoria y estaremos más cerca de Dios.  


2.     La carne sabe cuál es nuestro punto débil:

Y como sabe cuál es nuestro punto más débil, es allí donde va a concentrar toda su energía para hacernos pecar, para que nosotros le fallemos a Dios. Y generalmente todo comienza en la mente, con un pensamiento, con una idea. Analiza la gran cantidad de pecados y sus efectos, y te darás cuenta que muchos de ellos no fueron producto de acciones inconscientes producto de la casualidad; Sino de actos premeditados, actos fríamente calculados anidados en los pensamientos; Por lo tanto, si no se efectúa un cambio radical en nuestra mente, esos pensamientos generarán actos que le abrirán la puerta a Satanás. El apóstol Pablo nos dice: “Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu".  Romanos 8.5.             

Entonces, ¿Qué debemos de hacer cuando lleguen esos malo pensamientos y nosotros no solo podamos frenarlos, sino eliminarlos y sacarlos por completo de nuestra vida?  Debemos de identificar los pensamientos que no son agradables a Dios y llevar todo pensamiento cautivo a la obediencia de Dios. “derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo.” 2 Co. 10.5.

Tenemos que entender que muestras batallas son perdidas o ganadas en el campo de batalla de nuestra mente.  ESCUCHÉ BIEN, Nosotros NO somos vencidos cuando cometemos algún pecado; Somos vencidos antes de cometer el pecado; Somos vencidos cuando permitamos que esos malos pensamientos se acomoden en mi cabeza;

El pecado es el resultado de la derrota que yo ya tuve en mi mente. Así que es importante que entendamos que por mi mente entra todo lo que llega a mi vida, y es la mente la que determinará lo que yo voy hacer.

Entonces, ¿Cómo logramos vencer a nuestro peor enemigo?

1.      Cuando venga un pensamiento pecaminoso, piensa bíblicamente:

  ¿Cómo se hace eso? “No imiten las conductas ni las costumbres de este mundo, más bien dejen que Dios los transforme en personas nuevas al cambiarles la manera de pensar. Entonces aprenderán a conocer la voluntad de Dios para ustedes, la cual es buena, agradable y perfecta”. Romanos 12.2.  Piensa bíblicamente porque responder al pecado con el pecado es la peor fórmula para poder vencer a nuestra carne.  Pablo nos dice “No seas vencido por el mal, sino vence con el bien el mal”. Romanos 12:21.

2.     Rinde ante Dios tus emociones y sentimientos:

¿Por qué? Porque nuestras emociones y sentimientos no fueron diseñados para tomar decisiones. Leer Jeremías 17.9.

    Sería una equivocación de nuestra parte, si vivimos en base a nuestras emociones y sentimientos, porque muchas veces nuestras emociones y sentimientos están condicionadas por las circunstancias externas. Por ejemplo:

Por heridas que nos han causado.

Por un dolor que marco nuestra vida.

Por un resentimiento que nunca tuvo el correcto tratamiento para sanar.

Por prejuicios.

Por ideas del pasado. 

Es cierto que somos por naturaleza seres emocionales, y eso no es malo en sí mismo, Dios nos ha creado con emociones, y ellas son parte de nuestro ser. Pero debemos tener cuidado de no dejarnos llevar por nuestras emociones. ¿Por qué? Porque si dejamos que ellas nos gobiernen, que nuestras emociones tomen el control, nos llevarán a tomar decisiones con consecuencias irreversibles, y en algunos casos, cometer actos de los que nos podemos arrepentir por toda la vida. Por lo tanto, elige ser guiado por el Espíritu Santo de Dios y comprobaras que muchas cosas en tu vida comenzaran a cambiar. ¿Que cosas podrán cambiar?

  • La manera en que pensamos.

  • La manera en que vemos al mundo.

  • La manera como hablamos.

  • La manera en que tratamos a las personas.

  • La manera en que valoramos la circunstancias cambia.

  • La manera en que vivimos para Dios cambia.

  • Toda nuestra vida tiene que cambiar.




 
 
 

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